EL ORIGEN DE LOS COLORES ROJIBLANCOS DE ATHLETIC Y ATLÉTICO

La influencia de los ingleses como creadores del Fútbol es palpable en casi todo lo relacionado con este deporte y los primeros equipos fundados en España, no son ajenos a ello.

Fundado en 1898, el Athletic Club de Bilbao improvisó un uniforme blanco con medias negras para los amistosos que disputó durante sus primeros cuatro años de vida.

Para el primer germen de la Copa del Rey, la de Coronación, en 1902, el Athletic decidió sofisticarse y lucir unas equipaciones más elegantes, las del Blackburn Rovers inglés, un regalo de Juan Moser, un descendiente de irlandeses afincado en Bilbao. Una camiseta dividida en dos franjas, azul oscuro y blanco, y calzones y medias azules representarían a la entidad. Su primer escudo exhibió también estos colores.

De hecho el Athletic club, posteriormente ha vestido estos colores en su segunda equipación en varias temporadas en los años 90 en homenaje a esta camiseta histórica.

Años después de conquistar esa copa con los colores azul y blanco, concretamente las navidades del año 1909, un joven estudiante de Ingeniería de Minas bilbaíno que jugaba en el Athletic de Madrid (una sucursal del equipo vizcaíno fundada seis años antes con el fin de agrupar a los vascos residentes en la capital) iba a pasar aquellas navidades en Londres. Los directivos de la entidad bilbaína decidieron aprovechar el viaje y encargarle la compra de 50 equipaciones nuevas del Blackburn Rovers para suplir las ya gastadas que utilizaban los jugadores (las realizadas en el Reino Unido eran de muchísima mejor calidad que las que ellos tenían). El joven Elorduy aceptó el encargo.

La historia sobre lo que pasó en la capital británica no está muy clara. Lo cierto es que para cuando el estudiante intentó hacerse con los uniformes ya no quedaban suficientes. A partir de ahí tuvo que improvisar. Así, en la ciudad portuaria de Southampton, donde debía coger el barco de vuelta a Bilbao, compró 50 trajes del equipo local, que vestía rayas rojas y blancas, calzones blancos y medias negras. Aún a riesgo de que no gustasen compró cincuenta unidades y se las trajo, entregándole al Athletic de Bilbao 25 de ellas y la otra mitad las dejó guardadas en casa de sus abuelos, ya que las camisetas de la sucursal madrileña todavía estaban en buen uso y tampoco sabía si las querrían.

Atendiendo a los perió­dicos de la época, el cambio no supuso nada en un deporte ­incipiente sin todavía un apego a los colores como seña de identidad de un equipo, ciudad o región. Apenas unos días después del desembarco de Elorduy, el Athletic estrenó sus flamantes uniformes nuevos en Irun, en el antiguo campo de Amute de la localidad fronteriza, en un partido amistoso que perdió 2–0 y que no mereció más que unas líneas en la prensa de la época.

Muy por encima de los tonos, lo que primaba en aquel momento era la calidad del tejido y ahí las prendas inglesas no tenían competidor: no desteñían y estaban forradas de felpilla.

La realidad es que la  historia del club bilbaíno está muy ligada a la de este club del sur de Inglaterra, ya que años después, como consecuencia de la emigración de los niños de la guerra en 1937, un joven de 17 años nacido en Baracaldo llamado Raimundo Pérez Lezama, debutaba bajo los palos del club inglés, convirtiéndose en uno de los primeros futbolistas españoles en jugar a este deporte como profesional.

Volviendo al uniforme rojiblanco, el único recuerdo del cambio de la equipación es una foto de los futbolistas sobre el césped de Amute, una instantánea en la que destaca además que ocho de ellos lucen el gorro con borla inglés, nada raro en un club que nació del football importado por los mineros británicos que trabajaban en Bizkaia y que, hasta 1911, contó con jugadores ingleses en sus filas.

No fue hasta un año después en el que coincidieron los jugadores de los dos equipos en Bilbao (los del Athletic y los de su sucursal en Madrid) en el que salió a relucir el tema de las nuevas camisetas, querando maravillados los madrileños por la nueva equipación de los vascos. Fue ahí cuando Juan Elorduy recordó que disponía de 25 unidades más y las puso a disposición del ‘Athletic Club Sucursal de Madrid’.

El 22 de enero de 1911 el equipo madrileño estrenó sus nuevas camisetas rojiblancas. A pesar de que en 1921, los madrileños dejaron de ser una sucursal del equipo bilbaíno, continuaron utilizando (hasta nuestros días) los colores rojiblancos que tanto los han caracterizado.

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